El ACV es un proceso objetivo para evaluar las cargas ambientales asociadas a un producto, proceso o actividad identificando y cuantificando el uso de materia y energía y los vertidos al entorno; para determinar el impacto que ese uso de recursos y esos vertidos producen en el medio ambiente, y para evaluar y llevar a la práctica estrategias de mejora ambiental».
Esta es la primera definición consensuada y más utilizada hasta el momento, realizada por la Sociedad de Química y Toxicología Ambiental (SETAC, Society of Environmental Toxicology and Chemistry).
Por tanto, el ACV considera el ciclo completo del producto, proceso o actividad, teniendo en cuenta las etapas de:
A nivel internacional se cuenta con la norma ISO 14040:2006 «Gestión ambiental. Análisis del ciclo de vida. Principios y marco de referencia». Esta norma establece una nueva definición: «El ACV es una técnica para determinar los aspectos ambientales e impactos potenciales asociados con un producto: compilando un inventario de las entradas y salidas relevantes del sistema; evaluando los impactos ambientales potenciales asociados a esas entradas y salidas, e interpretando los resultados de las fases de inventario e impacto en relación con los objetivos del estudio».
Las fases de un ACV, según las normas ISO son:
En el apartado de «definición de objetivos» deben incluirse las razones que han llevado a la realización del estudio; la información que se espera obtener de él, cómo va a usarse y si va a hacerse pública o no; el destinatario del informe. En el apartado del «alcance» se deben poner límites ya que el ACV podría ser inacabable. El «análisis de inventario» es fundamentalmente un balance de materia y energía del sistema (considerando el sistema como el conjunto de procesos que realizan una función definida y que permiten la presencia del producto que se está estudiando, en el mercado), aunque también puede incluir otros parámetros como: utilización del suelo, radiaciones, ruido, vibraciones,… Comprende la recopilación de los datos y la realización de los cálculos adecuados para cuantificar las entradas y salidas del sistema estudiado:
La finalidad de la «evaluación de los impactos» es la interpretación del inventario, analizando y evaluando los impactos producidos por las cargas ambientales identificadas. Los sectores que, generalmente, intervienen en todo ACV son:
La fase final de la realización de un ACV es la Revisión Crítica, con el fin de verificar si el ACV se ajusta a la metodología, obtención de datos e informe estándares. Su finalidad no es verificar si los objetivos y la aplicación de los resultados son correctos, sino comprobar si el informe es transparente, si los datos obtenidos están en concordancia con los objetivos planteados y si las interpretaciones reflejan las limitaciones del estudio.
La revisión crítica puede ser de tres tipos:
En definitiva, los ACV se llevan a cabo, generalmente, para optimizar el ciclo de vida de un producto, identificando qué etapas son las más contaminantes, para dirigir los esfuerzos de mejora sobre éstas. Pero otras veces, los ACV que se han hecho públicos tienen finalidades defensivas, porque los productos a los que se refieren se encuentran bajo presión y se ven forzados a justificar su acción ambiental. El ACV es utilizado también, como herramienta de evaluación para establecer los criterios ambientales que deben cumplir los productos que aspiran a una etiqueta ecológica oficial. En España el primer ACV realizado para este fin fue para la categoría de productos «bolsas de basura de polietileno».
Fuente: Pere Fullana, Rita Puig, «Análisis del ciclo de vida», Rubes Editorial S.L., Barcelona, 1997