«El XPS es un plástico y sí, es sostenible»
Carlos Vila, Presidente de AIPEX
Hace unos meses, en una jornada de un colegio profesional escuché a un arquitecto, perteneciente a uno de los más prestigiosos estudios españoles, justificar el uso de poliestireno extruido (XPS) para el aislamiento de la cubierta de su último proyecto, por su imbatibilidad frente al agua. Lo decía como pidiendo disculpas por tener que haber utilizado un material plástico en un proyecto bandera de sostenibilidad.
En ese momento me di cuenta de que transformar esa percepción del sector sobre este material iba a ser mi principal reto en la presidencia de Aipex, a la que acabo de acceder y que es la asociación que nos representa a los principales fabricantes de XPS en la Península Ibérica.
Hablar de que nuestro material, el poliestireno extruido es sostenible no es greenwashing. No queremos hacer bonitos anuncios, ni cantos de sirena, porque tenemos datos concretos que avalan esta afirmación.
Escribo esta columna no como director comercial de Danosa, sino como presidente de una asociación que también agrupa a sus principales competidores: Chova, Fibran, Soprema y Ursa y estoy especialmente orgulloso del trabajo que todos estamos haciendo para posicionar al XPS como un material que, no solo aporta eficiencia energética, sino que es completamente respetuoso con el medioambiente.
A lo largo de este último año, los asociados de Aipex hemos protagonizado diversas campañas para realzar las virtudes ecológicas de este material. Todos hemos coincidido en recalcar el creciente porcentaje de material reciclado que ya incluimos en la composición del XPS que fabricamos y que en muchos casos (y días dependiendo de la oferta del mercado) llega al 100% y su posibilidad de reciclarse (ya sean las mermas y recortes, como los residuos de obra).
Y es esta capacidad de “reciclado y reciclable al 100%” la que posiciona este material como un aliado excepcional para la sostenibilidad de los edificios. Una cualidad que se une a su sobresaliente durabilidad para crear un aislamiento imbatible y que justifica que no se pueda criminalizar al XPS como si fuera un plástico de un solo uso.
No es una pajita o un vaso desechable que, por supuesto, también deberían ser depositados en un lugar adecuado para su correcto reciclaje, no se convierte en microplásticos que pongan en riesgo nuestra salud y la de nuestros mares y océanos, no. Permanece inalterable en el edificio, sin necesidad de mantenimiento, reparación o sustitución a lo largo de toda su vida útil. Centenares de miles de usos, uno por cada día que pasa aportando confort y eficiencia energética al edifico en el que se ha instalado.
Ahora que tenemos ante nosotros el reto de rehabilitar unas 300.000 viviendas anuales en 2030 y descarbonizar el parque edificado existente, la industria del XPS tiene mucho que aportar para conseguir este ambicioso objetivo y mejorar la eficiencia energética de nuestros edificios.
El XPS ya está completamente situado y reconocido en muchas aplicaciones del ámbito de la edificación (como esa en cubierta que defendía el arquitecto que motivó este artículo), pero todavía debe consolidarse en otras aplicaciones que van a tener gran relevancia como los sistemas de aislamiento por el exterior (SATE) donde puede aportar muchísimo más de lo que hoy lo está haciendo.
Hoy vengo a hablar de un material que, por sus características, lo podemos utilizar en cualquier aplicación que requiera aislamiento. El XPS nos sirve para cubiertas, para cámaras de aire, para aislamiento térmico por el exterior, muros enterrados… El abanico de opciones es amplísimo gracias a sus características: una muy baja absorción de agua, una gran resistencia a los ciclos de hielo y deshielo y una resistencia a la compresión muy alta, que le hacen adecuado incluso para almacenajes de gran peso como el que soportan las cámaras frigoríficas, o el aislamiento de pistas de aterrizaje en aeropuertos.
Queremos que los prescriptores cuenten con el XPS en sus proyectos para aislar y estos son nuestros argumentos: el poliestireno extruido es un plástico, sí. Y es completamente sostenible.