DÍA MUNDIAL DE LA EFICIENCIA ENERGÉTICA. PENSANDO EL EDIFICIO DEL FUTURO
Si nos guiamos por las películas, los edificios del futuro son esbeltos e imponentes rascacielos de cristal, o inmensas moles recubiertas de anuncios de neón y proyecciones. Pero, al igual que el coche volador es una constante en las fantasías sobre el año 2000 y, de momento, ni está ni se le espera, es probable que debamos imaginarnos los edificios del futuro de forma muy diferente; lo que sí es seguro, según los arquitectos y otros expertos del sector, es que serán energéticamente mucho más eficientes. Después de todo, el tipo de futuro que nos gustaría vivir depende de ello.
Según el último informe anual realizado por la Alianza Global para los Edificios y la Construcción (GlobalABC) del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), divulgado a finales de 2022, el sector de los edificios y la construcción representó en 2021 más de un 34% de la demanda de energía y alrededor de un 37% de las emisiones de CO2 relacionadas con la energía. Estas cifras explican por qué es importante que el sector sea capaz de reducir drásticamente sus emisiones de aquí a 2050, pero, ¿cómo?
Si sabemos dónde mirar, nos daremos cuenta de que, como cantaba Radio Futura, el futuro ya está aquí. La normativa europea especifica que los Edificios de Consumo Casi Nulo (EECN o, por sus siglas en inglés, nZEB) son obligatorios a partir de 2020, y la exigencia afecta tanto a nuevas construcciones como a rehabilitaciones de las ya existentes. Por otro lado, certificados energéticos como Passivhaus o BREEAM avalan la eficiencia de las edificaciones. La construcción sostenible, respetuosa con el medio ambiente y de bajas o nulas emisiones gracias al recorte de su demanda energética, capaz de cuidar nuestra salud con una óptima calidad del aire, será la norma en las próximas décadas.
Un excelente aislamiento térmico es imprescindible en este tipo de edificios, así como en las rehabilitaciones, ya que reduce tanto el coste energético como las emisiones nocivas y mejora el confort interior y la calidad del aire que respiramos.
Materiales como el poliestireno extruido, o XPS, son capaces de aportar sostenibilidad a las construcciones donde se instalan. No solo por su capacidad de proporcionar un elevado aislamiento térmico, sino por propiedades clave como su durabilidad, que mantiene sus propiedades inalterables durante toda la vida útil del edificio, reduciendo las necesidades de mantenimiento o de sustitución, y por tanto evitando las emisiones derivadas de la creación y transporte de nuevos materiales constructivos, así como las producidas durante la fase de su instalación.
El Ánalisis de Ciclo de Vida (ACV) es el proceso que evalúa de forma objetiva las cargas ambientales asociadas a un producto, teniendo en cuenta todas las fases de su ciclo completo: extracción y procesado de materias primas; producción de energía y materia prima; fabricación, transporte y distribución; uso, reutilización y mantenimiento; y, por último, reciclado y disposición del residuo. El XPS, gracias a su ya citada durabilidad, permite no solo que realice su función durante toda la vida útil de los edificios en los que se instala, sino que puede ser reutilizado o reciclado al final de dicha vida útil. En el caso de este aislante, podemos decir que es reciclado, ya que puede contener un elevado porcentaje de material reciclado en su composición (en algunos casos, de hasta el 100%) y también reciclable.
Estas cualidades contribuyen a la economía circular, basada en el aprovechamiento de los recursos, reduciendo no solo el impacto ambiental de las construcciones, sino su impacto económico. Cambiar el actual modelo productivo a uno cada vez más sostenible y responsable es una tarea de todos, y el sector de la construcción debe implicarse al máximo, tanto por su potencial para contribuir a esta transformación como por su papel predominante en la calidad de vida de las personas.