OFRECEMOS UNA REFLEXIÓN CRÍTICA SOBRE EL NUEVO CÓDIGO TÉCNICO DE LA EDIFICACIÓN (CTE)
A estas alturas del siglo XXI, quedan pocas dudas de que el cambio climático es un fenómeno tan real como preocupante. Y, dado que las emisiones de gases de efecto invernadero producidos por el consumo energético de los edificios están entre sus causas, uno de los principales retos actuales para la construcción es la sostenibilidad del edificado.
En esta línea, el Documento Básico de Ahorro de Energía (DB-HE) del Código Técnico de la Edificación (CTE) fija unas exigencias mínimas en cuanto a los límites de este consumo energético. Su objetivo inmediato es que los edificios mejoren su capacidad para la eficiencia y, así, contribuir a la minimización de las emisiones. Este año 2018 debía tener lugar la actualización del CTE y, tras la publicación del nuevo borrador, hemos querido realizar un análisis para el que hemos consultado a nuestros expertos.
Una de las primeras sorpresas que se han llevado diferentes especialistas del sector ha sido la falta de ambición de este nuevo borrador, que han llegado a considerar como una regresión en relación con la versión de 2013. Donde el borrador habla de «uso racional de la energía», muchos opinan que se ha perdido la oportunidad de encaminar de manera explícita la edificación hacia los edificios de consumo casi nulo (ECCN, o NZEB, por sus siglas en inglés), en línea con la Directiva de Eficiencia Energética de Edificios.
Donde la Directiva sí indica expresamente la necesidad de reducir, en primer lugar, el nivel de demanda, que deberá ser próxima a cero, el DB-HE no establece un objetivo claro de minimización de esta energía requerida, ni menciona la necesidad de que estas necesidades estén cubiertas, en su mayor parte, por energías renovables. El experto en sostenibilidad en la arquitectura Josep Solése ha mostrado sorprendido al no encontrar objetivos directos y cuantificados de reducción en la demanda de calefacción y refrigeración; considera que sería más útil que emplear el procedimiento indirecto de coeficiente global de pérdidas.
Cuando se refiere a los productos de construcción, el documento recalca que deben disponer del marcado CE y una declaración de prestaciones. Sin embargo, a nuestro juicio esto no es necesario, ya que tanto la fabricación como la comercialización (y, por supuesto, la instalación) de productos sin estas características es, sencillamente, ilegal.
Respecto al cambio de uso, nuestros expertos creen que ya ha llegado el momento de que se asimile a edificación nueva, y no a simples reformas. Otra de las críticas realizadas al contenido del borrador es que recoge que los consumos límites tolerados en edificios no residenciales aumentan si las cargas térmicas son elevadas, sin tener en cuenta que en condiciones de invierno deberían, por lógica, disminuir: una mayor ganancia interna equivale a una menor necesidad de calefacción. Además, varios expertos han coincidido en que el rendimiento medio estacionario que el documento considera «por defecto», con un valor de 0,92, resulta excesivamente optimista para ser un valor «por defecto».
El DB-HE 1 2018 incluye un nuevo parámetro: el coeficiente global límite de transmisión de calor a través de la envolvente térmica(k). Sin embargo, el coeficiente k no puede, por sí solo, asegurar la limitación de la demanda, al no tener en cuenta la orientación, ni el porcentaje de huecos, ni la estanqueidad del edificio. Según los especialistas que hemos consultado, dos edificios con un k idéntico pueden tener demandas sustancialmente diferentes. A primera vista, los valores límite establecidos para los elementos constructivos se les han antojado demasiado tolerantes.
Por desgracia, nuestro análisis inicial del nuevo borrador del CTE no arroja un balance positivo. A pesar del esfuerzo por incluir nuevos conceptos y realidades, se ha quedado corto en cuanto a algunas medidas que es urgente adoptar, tanto por el confort de quienes van a habitar en nuestros edificios como por el planeta.