REHABILITACIÓN TÉRMICA… TAMBIÉN POR EL INTERIOR
Frío, frío… No, no estamos dándote pistas en un juego infantil: nos referimos a la ola polar que se extiende por Europa en estos momentos y que amenaza con dejarnos (a nosotros, y a nuestras carteras) tiritando.
Si hay algo que caracteriza al cambio climático, es la mayor recurrencia de fenómenos climatológicos extremos, lo que se traduce en más episodios de altas temperaturas o, por el contrario, fríos excesivos. Y la mayoría de nuestras viviendas no están preparadas para ello: en España, el 14,3% de hogares no consigue mantener la temperatura adecuada en su vivienda, y se calcula que algo más del 30% de hogares permanecen en una situación de pobreza energética oculta. En Portugal, las cifras no son más alentadoras, ya que la cifra de hogares en que no se alcanzan temperaturas de confort asciende al 19,4%.
El motivo, además de los precios disparados de la energía, suelen ser problemas en la construcción, como un aislamiento térmico inadecuado o, incluso, inexistente. Si bien la legislación en materia de construcción ha ido ampliando los espesores mínimos de aislamiento exigidos en las edificaciones, de forma que estos inconvenientes han desparecido de las obras nuevas, muchas de las casas europeas son de épocas en las que no existía ninguna clase de normativa al respecto, y eso se nota en las temperaturas interiores.
Una solución habitual (y eficaz) a la falta de aislamiento térmico en el parque de viviendas más antiguo son los sistemas de aislamiento térmico por el exterior (SATE), una aplicación en la que el poliestireno extruido es uno de los materiales más utilizados por sus prestaciones. La lista de ventajas es larga: durabilidad, absorción de agua prácticamente nula, una instalación que permite seguir residiendo en el edificio durante las obras, la renovación estética de la fachada y el rápido retorno de la inversión (en forma de ahorro de costes de energía).
Sin embargo, no siempre es posible recurrir a aplicaciones por el exterior, bien porque no hay unanimidad al respecto en la comunidad de vecinos, bien porque la fachada de nuestro edificio está protegida y no es posible alterarla. Esto no quiere decir que tengamos que resignarnos a pasar frío, volver a la mesa camilla con brasero o implantar la batamanta como prenda estrella en nuestro hogar. El aislamiento por el interior es la respuesta en estos casos. Es verdad que implica más molestias dentro del domicilio y que produce una pequeña pérdida de espacio interior, pero este tipo de aplicaciones con XPS son, por lo general, fáciles y rápidas, y pueden ayudarnos a sortear los problemas típicos de los edificios con algún grado de protección.
Como en cualquier rehabilitación energética, una correcta instalación es clave a la hora de obtener un resultado óptimo y duradero. Desde AIPEX hemos creado el manual Soluciones de aislamiento térmico con poliestireno extruido (XPS) para una edificación sostenible, disponible para descarga en nuestra web, en el que se detallan todos los pasos a seguir en esta y otras aplicaciones de rehabilitación con este material.
En cuanto a la rehabilitación térmica por el interior, uno de los pormenores que requieren de especial atención son las juntas entre paneles, en las que es preciso evitar la formación de puentes térmicos por los aparezcan humedades o se escape el calor del interior (o el fresco, si estamos en verano). Muchos paneles de XPS ya incorporan juntas machihembradas para solventar esto.
Un interesante ejemplo de este tipo de rehabilitación es el espacio nZEBOffice+, situado en Ílhavo (Aveiro), y que es la sede de la Asociación Passivhaus Portugal. Se trata de la primera oficina certificada Passivhaus de Portugal, y en ella se optó por el XPS como aislamiento térmico por el interior por “la posibilidad de, en combinación con otros productos, alcanzar una solución global con un excelente desempeño a la hora de minimizar los puentes térmicos y garantizar la estanqueidad del aire”, en palabras del arquitecto João Gavião.