En verano se hacen más obras. No, no es una afirmación al azar, es una realidad que se puede constatar con los datos en la mano. El año pasado, en agosto de 2017, se logró un dato histórico: 4.755 visados para obra nueva,la mejor cifra en 10 años.
Pero no sólo hablamos de grandes obras, los arreglos en las comunidades de vecinos o las pequeñas reformas en el hogar también se dan más en los meses de calor. De hecho, desde el año 2014, la tendencia en el sector de la rehabilitación ha sido positiva –en 2016 subieron un 2,7% y en 2015, un 13,4% – y sólo se ha experimentado un ligero descenso en 2018 –1,6%–.
¿Por qué se hacen más obras en los meses de verano?
¿Por qué se da este fenómeno?
La respuesta, aunque es obvia, no deja de sorprender: por el Sol.
- En verano hace calor. El sol y las altas temperaturas son grandes aliados de las obras. El calor hace que los materiales empleados para la obra (cemento, yeso, pintura…) se sequen a mayor velocidad, acortándose el tiempo de ejecución de la obra. De esta manera, se logra ahorrar un dinero y cumplir mejor con los plazos de entrega.
- Más horas de luz. Junto al calor, en los meses estivales gozamos de más horas de luz al día, lo que permite alargar la jornada laborar en caso de ser necesario para ajustarse al calendario previsto. Además, contar con mejor iluminación también facilita la realización de trabajos al aire libre, como la rehabilitación de la cubierta o la mejora de la fachada.
- Es período de vacaciones. En este caso, esta máxima afecta sobre todo a las obras en casa o en comunidades de propietarios. En verano estamos de vacaciones, por lo que tenemos más tiempo para planificar la reforma, visitar los establecimientos para elegir materiales, atender presupuestos, etc. También nos resulta más fácil abandonar la vivienda en caso de que la reforma así lo requiera. Al no tener que ir a trabajar, no se rompe la rutina diaria.
En las ciudades, las grandes obras se suelen dejar para los meses de calor, con el fin de perturbar lo menos posible la rutina de los ciudadanos. De esta manera, operaciones como el asfaltado de las calles o la instalación de carril bici se hace siempre en vacaciones.
- No son tan molestas. Cualquier tipo de reforma, por pequeña que sea, es incómoda para el propietario, pero también para los vecinos. Al llevar a cabo la reforma en los meses de vacaciones es muy probable que gran parte del edificio esté vacío, por lo que las molestias que se pueden ocasionar –ruido en las horas de descanso, polvo, olores…– afectarán a un menor número de vecinos.
- Mejor para los trabajos al aire libre. El calor, el sol y la ausencia de lluvias y humedad favorecen la realización de trabajos al aire libre. Por ejemplo, se puede reformar el jardín, pintar la fachada o rehabilitar la cubierta sin miedo a que el mal tiempo de al traste con nuestros esfuerzos. Además, al contar con mejor luz, se puede ver los desperfectos y solucionar cualquier problema antes de la llegada del mal tiempo.
- Puedes preparar tu casa para el invierno. Las obras de rehabilitación energética, reparación de cubierta, mejora de la fachada, etc., se deben de hacer en verano para disfrutar sus ventajas en invierno. Algunas, como el cambio de caldera o la instalación de repartidores de coste de calefacción se tienen que hacer obligatoriamente en verano, cuando la caldera está apagada. Otros, como la rehabilitación de la fachada o la impermeabilización de la cubierta conviene hacerlos cuando aprieta el calor, porque las molestias serán menores y el ahorro energético se empezará notar en cuanto baje el termómetro.
Y recuerda, a la hora de planificar una reforma se debe de contar siempre con profesionales cualificados y acreditados. Así se evitarán problemas y sobresaltos durante el proceso o a su término.