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¿QUÉ PUEDE DEGRADAR CON EL TIEMPO LA CONDUCTIVIDAD TÉRMICA?

31/05/2021 | Información técnica

La conductividad térmicaes una propiedad física de los materiales, y mide su capacidad para conducir el calor. Se representa con la letra griega λ, y es un coeficiente que cuantifica la cantidad de calor por unidad de tiempo que atraviesa una unidad de superficie de un material de espesor una unidad, cuando entre sus caras hay una diferencia de temperatura de un grado. Se mide en W/m.K o kcal/h.m.ºC (1 W = 0,86 kcal/h).

Se trata de un concepto con el que todos nos familiarizamos desde el colegio y que se aplica a cientos de ejemplos cotidianos: nuestras ollas y sartenes son de metal, que posee una alta conductividad térmica, para permitir que el calor llegue a los alimentos que cocinamos, pero cuentan con asas de madera o polímeros, que poseen una conductividad térmica baja, para que ese mismo calor no llegue a nuestra piel y nos produzca una quemadura.

Así, la conductividad térmica es un valor intrínseco de cada material y es uno de los tres métodos de transferencia de calor, junto con la convección y la radiación. Los materiales aislantes propiamente dichos presentan, como es evidente, valores muy bajos de conductividad, por lo que son capaces de aislar térmicamente de un modo especialmente “intenso”, con una gran diferencia con respecto a los demás materiales. Por eso son capaces de mantener el calor dentro de la vivienda durante el invierno, sin transmitirlo al exterior, y fuera de la casa durante el verano, permitiendo temperaturas estables.

Pero, ¿hay algo que pueda afectar a la conductividad térmica, y que pueda hacer que esta cambie, aumentando con el paso del tiempo?

La principal causa de pérdida de prestaciones térmicas de un aislante es el ataque de la humedad,en todas sus formas: gaseosa (vapor), líquida (agua) o sólida (hielo). Una buena manera de explicar este concepto es recurrir a un ejemplo cotidiano, como la ropa: la estructura fibrilar que poseen las prendas aísla el cuerpo, ya que retiene capas de aire alrededor del cuerpo. Si la ropa se moja, entonces ese aire se desplaza y es sustituido por agua, que conduce el calor 23 veces más que el aire. El problema empeora aún más si el agua se hiela, ya que entonces conduce el calor 96 veces más que el aire.

Que la humedad es la causa principal de las patologías en edificación y construcción no es ninguna sorpresa: hemos tratado este tema extensamente en este blog, por ejemplo aquí y aquí .

Algunos ejemplos habituales de estos problemas son las infiltraciones de agua de lluvia, nevadas, heladas, condensaciones, capilaridad ascendente desde el terreno, la propia agua usada en la construcción del edificio. 

Usar los aislantes más resistentes a estas posibles patologías, o mejorar su protección en los casos en que cuentan con un aislante poco adecuado, es la forma más eficaz de asegurar una larga vida útil del edificio y una óptima calidad de vida para sus habitantes. Si tenemos en cuenta que en España el 60% de las viviendas fueron construidas antes de la entrada en vigor de ningún tipo de normativa básica sobre aislamiento térmico, es fácil concluir que un gran número de ellas estarán sujetas a padecer problemas derivados de la humedad. El poliestireno extruido es un producto aislante higrotérmico,con una elevada resistencia a la humedad gracias a su absorción de agua menor (0,7%), y que no necesita de una barrera de vapor. Otra de sus características estrella, su durabilidad lo convierte en uno de los materiales aislantes más indicados para evitar este tipo de patologías tanto en edificios de nueva construcción como en rehabilitaciones.

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ESPESOR TÉRMICO ÓPTIMO: ¿QUÉ ES? ¿LO HEMOS ALCANZADO YA?

04/05/2021 | Información técnica

Alcanzar la eficiencia energética de nuestros edificios es un paso imprescindible para atajar el cambio climático, evitar el desperdicio de energía y recursos valiosos y hacer nuestras viviendas (y con ellas, nuestras vidas) más confortables. Un buen aislamiento térmico es una de las claves, tanto en edificios de nueva construcción como en rehabilitaciones, para lograr que se ciñan a los nuevos criterios de eficiencia en el edificado, y aquí es donde aparece la noción del espesor térmico óptimo.

El espesor térmico óptimo se basa en un cálculo que tiene en cuenta la relación entre la inversión realizada en aislamiento y el ahorro que se deriva de la instalación de dicho aislamiento. Así, este espesor óptimo sería aquel con el que, con las premisas consideradas, los beneficios económicos son los máximos. Desde el punto de vista de ahorro energético y de emisiones de CO2, el aislamiento ideal teórico sería aquel con el que se producen los máximos ahorros sin incrementos económicos.

Sin embargo, no hay que olvidar que tener únicamente en cuenta el criterio económico implica no evaluar los impactos que conlleva la degradación del medio ambiente (económicos, sociales, sanitarios, etc.), por lo que cabe considerar que el verdadero aislamiento óptimo debería ser aquel que permite un impacto medioambiental mínimo, lo que se da cuando la demanda energética del edificio es nula y, por tanto, también lo es su consumo.

Pese a que algunas voces del sector defienden que este espesor óptimo ya se ha alcanzado con las últimas modificaciones del Código Técnico de la Edificación, lo cierto es que aún quedan en España muchas viviendas anteriores a la mera existencia de algún tipo de normativa en materia de aislamiento térmico. Según la zona climática, la solución constructiva y el tipo de aislamiento térmico escogido, los espesores medios habituales en edificación hasta hace bien poco han oscilado dentro del intervalo de 2 a 6 centímetros. Aplicando las directivas europeas sobre eficiencia energética de los edificios y la norma europea de cálculo de necesidades de calefacción (UNE EN 832) se hacía evidente que, como media, esos espesores se podían duplicar (4 a 12 cm), permaneciendo aún por debajo del máximo definido por el espesor económico.

Dicho incremento de los espesores mínimos del aislamiento térmico se ha plasmado en la última modificación del mencionado CTE. Como ya contamos desde AIPEX entonces, el nuevo articulado el Documento Básico de Ahorro de Energía (DB-HE) propuso una la mejora de “la calidad de las envolventes térmicas de los edificios y el fomento del uso de tecnologías más eficientes y sostenibles para su acondicionamiento, lo que permitirá alcanzar unas condiciones adecuadas de confort con el mínimo gasto energético”. Para ello, este documento ponía el acento en el aumento de las exigencias mínima, y con él de los espesores de aislamiento necesarios. Así, para una conductividad térmica de 0,035 W/mK, como la que posee el poliestireno extruido (XPS), se recomiendan espesores entre los 5 y los 14 centímetros para muros y suelos en contacto con el aire exterior, mientras que para el aislamiento de cubiertas, uno de los usos más habituales del este material, los espesores se fijan entre los 5 y los 17 centímetros.

Esta mayor exigencia fue bien recibida por parte de todo el sector y, en concreto, de AIPEX, al valorar la equiparación a otras normativas europeas más estrictas en cuanto a la eficiencia energética. Paulo Oliveira, entonces presidente de AIPEX, opinaba sobre los esfuerzos que la industria del XPS llevaba años realizando para adaptarse a los nuevos requisitos de la normativa y de un sector cada vez más exigente en materia de aislamiento: “Hemos pasado de fabricar materiales con poco espesor, que solamente cumplían con la normativa, a ofrecer al mercado soluciones de gran espesor para satisfacer la demanda profesional y social. Esta evolución del mercado ha provocado que los espesores de 3 o 4 centímetros, que hace unos años eran lo habitual, hayan pasado a ser algo testimonial o para casos muy puntuales donde no es posible usar espesores mayores”.

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